Primavera 2015
Volumen 2, Número 2
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Rotativo La Correspondencia Militar, lunes 6 de marzo de 1899.
La Correspondencia Militar, lunes 6 de marzo de 1899, p.2.
La Correspondencia Militar, lunes 6 de marzo de 1899.
Francisco Díaz Navarro destinado a la reserva de Málaga.
V. CAPITULACIONES
Martín Cerezo informa con urgencia al destacamento de lo leído y de las repercusiones que esto entraña para el grupo y la situación en la que están, por lo que es urgente adoptar una decisión. Es fácil imaginar que de nuevo corre por las mentes de los asediados confusión, miedo y alegría contenida a la vez. El Teniente Martín Cerezo propone al grupo que lo más adecuado para ellos es la rendición pactada y honrosa. Era urgente y necesario tomar una decisión y parecía que la huída por la selva tendría muchas posibilidades de acabar con todos ellos.
Temerosos por la reacción que pudieran tener los katipuneros, por cuanto que aún quedaba muy reciente el ataque con el agua hirviendo y el combate en el que perecieron varios de ellos, la mayor parte de los soldados en principio se niegan a rendirse. En un primer momento los que se inclinan por conciliar la situación con el enemigo son el Teniente Martín Cerezo y los dos párrocos. El médico Vigil es partidario de la fuga, que la considera factible y la inmensa mayoría de los soldados se muestran reticentes a la rendición. En buena medida gracias a la intervención de los dos párrocos y la última intervención que realiza el soldado Jiménez Berro a favor de los criterios de los párrocos, la mayor parte del grupo queda convencida que lo mejor es pactar la rendición2.
Informados de las pretensiones, los katipuneros le encargan a Martín Cerezo que formule el documento en el que se redacte la capitulación de las fuerzas españolas en la iglesia de Baler. En este ofrecimiento inicial, incluso se les posibilita que lo hagan armados, a lo que Martín Cerezo es rotundo y se niega desde un principio. El Teniente español aún en estos momentos tan extremos y definitivos para ellos, se muestra firme y decidido con los filipinos al reiterarles su idea de seguir luchando para el caso de que no se les aseguren una salida honrosa.
En el acta se hace constar que a partir de ese momento quedan suspendidas las hostilidades por ambas partes, deponiendo sus armas los sitiados, haciéndose entrega de las mismas al jefe de la columna sitiadora, como también los equipos de guerra y demás efectos pertenecientes al Gobierno español. Estaban presentes en el acto por parte española Martín Cerezo, el médico Vigil y los dos párrocos.
Los términos del acuerdo quedaron reflejados de este modo:
Así concluía el asedio de 337 días a las fuerzas españolas destinadas en Baler. No se llega a un acuerdo para que los párrocos puedan firmar el acta al no tener la consideración de militares y, por lo tanto, miembros del destacamento, quedando en condición de prisioneros de guerra.
El líder revolucionario filipino, Emilio Aguinaldo, en condición de Presidente de la República de Filipinas firma el día 30 de junio un decreto, a propuesta de su Secretario de Guerra, por el que reconoce los méritos del destacamento español en la defensa de su posición en la iglesia de Baler. Les garantiza facilidades para que puedan regresar a España, sin que sean considerados prisioneros de guerra.
Durante el viaje de regreso a Manila los soldados españoles se enteran del contenido del decreto el día 3 de julio cuando llegan a la localidad de Tarlak, donde radicaba la sede del líder revolucionario. Les hizo llegar un ejemplar de un periódico en el que se publicaba el texto, recibido por los españoles con agrado y el natural alivio que esto suponía, dado que aún estaban de camino de Manila y en manos de los filipinos:
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1 Véase El Imparcial 02/06/1899.
2 Cf. Pedro Ortiz Armengol, “La defensa de la posición de Baler (Jn 1898-Jn 1899). Una aproximación a la guerra de las Filipinas”, en Revista de historia militar, 1990, núm. 68, pp.82-178.
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